viernes, 17 de diciembre de 2010

Siva, Al Pacino y Sonia

Un tren nocturno nos llevó desde Ajmer hasta Udaipur, siguiente parada en nuestro viaje y una de las ciudades más importantes del sur de Rajasthan. Cuenta con algo menos de 400.000 habitantes y según hemos podido leer por ahí, es considerada una de los lugares más románticos de la India. La urbe, que rodea el Lago Pichola, fue fundada en 1.559 por el marajá Udai Singh II, y se hizo famosa por su fervor patriótico e independentista, como contraposición a las grandes urbes de marcado carácter musulmán de las que era vecina.

Debido a la falta de días, sólo estuvimos en Udaipur desde por la mañana bien temprano hasta por la noche. Dejamos las mochilas en la consigna de la estación de tren y cogimos un rickshaw al centro. Por raro que parezca, no he encontrado unos ricks más caros que los de Chennai, increíble, hasta en eso es peor mi ciudad, XD.

No nos pegamos todo el día de allá para acá de visita, sino que preferimos aprovechar para pasear por las tranquilas calles de la urbe, curiosear en los bazares buscando alguna ganga y, eso sí, acceder al Palacio de la Ciudad, que es el más grande de Rajasthan. Fue construido por el mismo fundador de Udaipur y reformado progresivamente con el paso de los años, añadiéndole nuevos elementos que conforman el actual complejo. Las terrazas superiores gozan de bellas vistas del lago y la ciudad; todo el recinto está repleto de balcones, torres y cúpulas. Para mi gusto, lo mejor de nuestra visita fue que estaba todo muy cerca y se podía ir dando un paseo, sin mucho tráfico ni ruido.


Fue en una de las veces que íbamos de camino al lago cuando vi una de esas estampas que se te quedan grabadas a fuego en la memoria. En un lugar tan turístico como Udaipur, los pequeños comerciantes tratan de hacer su agosto con los visitantes, cosa lícita, por supuesto. Es curioso, porque en muchos de los mercados en los que he estado en estos casi seis meses, la mayoría de los comerciantes tenían exactamente las mismas piezas para vender. Lógicamente, la mercancía cambia de un lugar a otro, y si en Varanasi había muchísima ropa, en Rajasthan por ejemplo, encontré una gran variedad de cuadernos de papel reciclado con las tapas en piel curtida, una verdadera vilguería. El caso es que podría llegarse a pensar que hay una producción en masa de estos artículos y una distribución al pequeño comerciante, que tiene permiso para regatear en el precio y obtener así el beneficio que le parezca adecuado; es decir, que está todo muy bien montado

A la vuelta de una esquina nos encontramos con un puesto de artesanía, que tenía muy buena pinta. El vendedor era un chaval que no tendría más de quince años y a su lado tenía a la niña que veis en la foto. La imagen era sobrecogedora: una cría de no más de seis años con la cara salpicada de las lascas que saltaban de la figurita que estaba tallando y que aguantaba con sus pies. Sus herramientas no eran otras que un pequeño cincel y una piedra que hacía las veces de martillo. Se la veía trabajando con dedicación, o con resignación; a veces concentrada, a veces con la mirada perdida. Compramos un par de piezas cada uno y le dimos un paquete de galletas a la curranta, que las recibió con una sonrisa inmensa que le ilumnaba la cara. Se me entremezclaban las ideas: por un lado comprar en ese puesto suponía que parte de los beneficios irían a parar al bienestar de esta niña; por otro lado me daba cuenta de que estábamos alimentando que el negocio siguiera en marcha. No puedo decir que estuviera ante un caso de explotación infantil, porque no tengo más detalles, ¿pero qué pasa con el colegio, el juego,... qué pasa con su infancia? La sensación se tornó algo más agridulce cuando, en otra parte de la ciudad, encontramos otro puesto con figuritas muy parecidas y que costaban practicamente la mitad. El vendedor/escultor tendría algo más de treinta años y cuando lo vi trabajar, me di cuenta que igual nuestra niña ni si quiera sabía tallar y que todo era un reclamo. A lo mejor me equivoco, pero me queda la duda. Esto también es Incredible India...

Como en cualquier otra visita, nos llevamos muchísimas fotos, he aquí algunas,

Detalle de una vidriera del Palacio de la Ciudad

Niña representando a Kali, manifestación de Pavarti, esposa de Siva

Imagen del Lago Pichola desde uno de los numerosos puentes de Udaipur

Nos fue imposible conseguir billetes para ningún tren nocturno camino de nuestra última etapa. En vez de eso, optamos por coger un sleeper bus, que es su equivalente por carretera. El viaje parecía a priori ideal, ya que pasábamos toda la noche durmiendo en camas, de camino a nuestra siguiente parada, Jaisalmer.

Ya montados, nos dimos cuenta de que la cosa no era tan maravillosa, por varios motivos, a saber: las camas tenían un colchón (o sucedáneo) tan fino que era como dormir directamente sobre la tabla; las carreteras, como suele ser habitual, eran nefastas, aunque no por ello el conductor desistió en su intento por emular a cualquier piloto del Dakar, por lo que fue prácticamente imposible dormir más de una hora sin despertarme por algún bache, frenazo, etc.; aunque compramos el billete directo, nos encontramos con la sorpresa que a medio camino, en Jodhpur y a eso de las 5 de la mañana, nos cambiaron de autobús. Como resultado de todo esto, llegamos exhaustos a nuestro destino. 

Jaisalmer es también conocida como la Ciudad Dorada, ya que sus edificios (incluído el fuerte) están hechos de una piedra arenisca de color dorado, cualidad que se acentúa con los rayos del Sol. La ciudad está construida en torno al fuerte, que es como un enorme castillo de arena que se eleva desde las llanuras como un espejismo. Según pudimos saber, este enclave militar, ahora en desuso, antaño tuvo gran importancia, ya que está a unos 100 Km. de la frontera con Pakistán. La urbe tuvo un importante auge debido a ser paso obligado para las exóticas rutas comerciales transitadas por caravanas de camellos.

Sin mucho tiempo que perder, nos recogieron en la estación de autobús y fuimos directos a la oficina de una agencia con la que ya teníamos apalabrada una ruta en camello (que finalmente resultaron ser dromedarios) por el Desierto de Thar.

Viajamos durante media hora en jeep hasta que, por un desvío, accedimos a un sendero sin asfaltar que se adentraba en una árida llanura. Poco después dábamos con los camellos y sus jinetes. El grupo de seis personas en el que nos metieron, y que pasó a ser más tarde de ocho, es digno de mención y pudiera ser el comienzo de cualquier chiste: "...iban una iraní, una sueca, dos chinas, una americana y tres españoles...", XD. Me sorprendíó poderosamente que, menos las chinas, las demás viajaban solas por el país, y precisamente esta es una de las prácticas que más desaconsejan las autoridades, sobre todo siendo mujer.

Conocimos a Jamal, nuestro guía, y sus ayudantes, que según nos contaron pasan nueve meses al año en el desierto y en contadas ocasiones van a la ciudad a comprar alguna cosilla que les haga falta. Tras ensillar a las bestias y sin ningún tipo de curso preparatorio ni indicaciones, nos montamos y empezamos la ruta. En mi vida he montado a caballo, y no sé si la sensación es la misma, pero me sentí insignificante ahí arriba (y eso que me tocó el más pequeño de los bichos). El paso de los camellos es tranquilo, pausado, pero constante, y tras un rato es fácil acostumbrarse al vaivén. Al poco de comenzar nos presentamos a nuestras monturas: el Knino montaba a Siva, es decir, que llevaba las riendas de Dios, que se dice pronto; mi hermana llevaba a Al Pacino, y a mí,... a mí me tocó la fémina del grupo, Sonia.



Tal y como habíamos leído, el gran Desierto de Thar está formado principalmente por zonas áridas de matorrales salpicadas de aldeas, así que no es como los que se ven por la tele. Eso sí, en la zona en la que pernoctamos si había un conjunto de varias dunas que recordaba a la típica postal de película. Tras desensillar a los camellos y atarles las patas delanteras entre sí para que no fueran muy lejos, nuestros guías comenzaron a preparar la cena, obsequiándonos previamente con un chai (té) con un toque de gengibre que lo hacía delicioso. Es impresionante ver cómo esta gente se apaña en medio de la nada para cocinar. Los platos y utensilios los lavan con un poco de agua y arena, y quedan realmente bien. Allí mismo amasan los chapattis y cuecen el arroz sobre un fuego hecho al momento. La comida estaba deliciosa, y no picaba, afortunadamente para nosotros. Tras un poco de charla y unas canciones frente al fuego, nos fuimos a dormir (en unas camas que dejan amarradas a unos árboles cercanos). A pesar del calor de la mañana, la noche fue fría como pocas, pero se estaba agustísimo bajo un inmenso edredón y el manto del cielo estrellado. Mayor aun fue nuestro bienestar cuando conforme nos íbamos despertando, nos iban dando un chai mañanero. ¡¡Gloria!!


Tras el desayuno, volvimos a nuestras monturas y en un par de horas o tres llegamos al jeep que nos llevó de vuelta a la ciudad. Me quedan grabadas las imágenes del atardecer y el anochecer, los cánticos de Jamal y sus colegas, el olor a chapatti recién hecho, el regusto del gengibre que potencia el sabor del té, el sonido de la nada en medio del desierto, algo que no había podido escuchar desde que estoy en este bullicioso país,...


De vuelta en la ciudad visitamos, como era de esperar, mercados, tiendas (muchos de ellas dentro del fuerte) y algunos havelis, que son unas casas de arquitectura recargada y con acabados en piedra tallada en balcones, cúpulas y ventanas de estilo árabe. Fueron construidas por toda la ciudad durante el apogeo de la misma en el siglo XVII.


18 hora más tarde de coger el tren en Jaisalmer, amanecimos en Delhi, desde donde esa misma tarde cogíamos nuestros respectivos vuelos, a Chennai yo y a Madrid las visitas. Fue una mañana de idas y venidas, con prisas, tratando de sacar el máximo partido al poco tiempo que nos quedaba y explorando (por segunda vez para mí) los muchos sitios de interés turístico que alberga la cáotica y ruidosa capital india. Sólo pudimos acercarnos al Fuerte Rojo y a Jama Masjid.

El primero es una enorme fortaleza de piedra arenisca que hoy es sólo un lejano recuerdo de lo que en su día fue. De hecho, ni si quiera entramos, ya que lo  mejor está por fuera, con paredes rojizas que se extienden a lo largo de 2 Km. y que tienen una altura que va desde los 18 m., a los más de 30 en algunas zonas. Su promotor, el mismo que el del Taj Mahal, el famoso Shah Jahan.

Jama Masjid es simplemente la mezquita más grande del país y tiene capacidad para más de 25.000 personas. La Mezquita de los Viernes, destaca sobre Vieja Delhi y fue un encargo del mismo ilustre emperador mogol que mandó edificar el fuerte (para variar), allá por mediados del siglo XVII. La visión es simplemente alucinante, y hay gente a reventar. Las mujeres deben acceder completamente tapadas, así que a la entrada se puede conseguir un pijama la mar de bonito; le faltan unos volatnes y puedes ir a la feria, XD.


Sin tiempo para más, me despedí de mis visitas, algo tristón, pero muy contento por la buena semana que habíamos pasado juntos. Ha sido un gustazo poder enseñarle a tan buenos turistas un trocito del país que me ha acogido durante estos meses, y que a pesar de ello, no para de sorprenderme a cada paso que doy. La última, el estilo y glamour del conductor de rickshaw que me llevó al aeropuerto, todo elegancia, todo un dandy, XD.



Un abrazo, Pablo L.

6 comentarios:

  1. Hola palomito: ¿Por fin soy la primi en contestar a tu blog?
    Me da pena que estos buenos momentos que paso leyendo tus reflexiones y viendo tus fotos, estén llegando a su fin. Pero prefiero tenerte más cerca, la verdad.
    Tengo claro que este viaje te está haciendo madurar mucho. Quisiera que todas estas experiencias las asumieras en sentido positivo, porque te encuentro un poquito melancólico. Recuerdo con la alegría que Marta la de Sto. Tomás contaba su experiencia en India, y me gustaría que tú vieras así la tuya tambien.
    Me quedan sólo 4 días de cole, pero intensos de trabajo y luego a recuperarse.
    A tí también te queda una semana intensa y luego quemar los últimos cartuchos.
    Disfruta y cánsate viendo muchas cosas.
    Bessssssosssssssssssssssss.
    ¡Ah, FELIZ NAVIDAD!

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  2. Qué pasa guapaaaa!! Cómo se nota que estamos a viernes, eh?? Que prontito has contestado, las 11 de la mañana, que gustazo. Hombre, mamá, claro que estoy madurando, y aunque te haya podido parecer que esté yo algo melancólico, por el post o por lo que sea, no es tan así. Yo creo que lo que pasa es que simplemente hay cosas que no termino de entender, o que no me parecen justas o que deberían ser así, y se me mezclan sensaciones de pena, frustración, etc. De todas formas creo que el poso que se quede será siempre bueno, ya me lo notarás a la vuelta, porque sí, ya falta menos de un mes para que vuelva, jaja. Dale duro en el cole, que el inspector no entiende de amistades, aunque si quieres le puedo llevar un longyi en plan obsequio para que haga la vista gorda, XD. Un besote!!

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  3. Inmensa India la que se ve en este post. Madre mía, es que un pais tan grande da para inmensos contrastes y multiples viajes. Pensandolo un poco parece mentira que sea el mismo pais que visitamos hace unos meses, y que disfrutamos tanto!!
    Pues nada, ahora a finiquitar y a pegarte un buen viaje de fin de Erasmus... que te lo mereces y te lo vas a pasar de muerte!!

    Un besazo bloggero!
    P.D. Espero que a tu vuelta rellenes también el post con tu impresionante último viaje y no te de flojera a la vuelta!! :P

    P.D.2 hay fotos que no puedo ver bien... joooooooo, aunque no se si solo seré yo!

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  4. Qué pasa rubia!! Muchas gracias por la buena acogida y por tus buenos deseos, espero que el viaje final sea inolvidable, estoy organizando ya alguna cosilla.
    Lo de los constrastes aquí, como tú bien sabes, son el pan de cada día, nunca te deja indiferente, eso es lo más escitante de este país, creo yo. A cada paso que das, algo nuevo puede cautivarte o hacerte odiarlo.
    A la vuelta trataré de rematarlo todo, aunque me cueste un par de semanas más, aunque no quiero demorarlo mucho, porque una vez en España, este blog tiene poco sentido. Ya veremos que haremos!! Un besote.

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  5. Buenas Pablo:
    Me ha encantado la última etapa de tu viaje con Marta y sobre todo las imágenes de Palacios y Templos con esa arquitectura tan singular.
    Maravilloso el pijama de Marta con sus lunares y todo, como se nota que allí no importa cómo se va vestido ya que no te conoce nadie.
    Todas estas aventuras inolvidables me huelen que van llegando a su fin y se te nota en el tono que hay cierta melancolía.
    La India te está tocando en la fibra sensible, y eso no está mal del todo.
    Me gustaría que tu última etapa no quedara sin relato.
    Esperamos un esfuerzo final.
    Que salgan bien los exámenes y que pases unas buenas Navidades.
    Te tendremos en nuestros recuerdos.
    Besos de todos.

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  6. Muy buenas tita. Me alegro que te haya gustado, ha sido algo larga, pero tenía que ser así, que se me acumula el trabajo. El aroma a despedida te está llegando, porque es así, esto se acaba, jaja. Ahora mismo me estaba dando por pensar en lo que me queda por contar y, madre mía, no voy a terminar hasta febrero, jaja. Me queda ya menos de un mes para volver, pero desde que acaba de exámenes en Nochebuena, va a ser un no parar. Ya veré como voy dándole forma!! Un besote.

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