De todas las ciudades que he visitado desde que estoy aquí, si tuviera que elegir una para pedirme una beca de movilidad dentro del territorio nacional (como la beca Séneca en España), sin duda sería a Shimla. No sabemos si este tipo de becas existen en el sistema universitario indio, pero nosotros ya le hemos puesto nombre, por si acaso, XD (Ramanujan fue un genial matemático indio de principios del siglo XX).
Tras dejar Chandigarh, un poco decepcionado, cogimos dos trenes en un día: el primero hasta Kalka, y el segundo hasta Shimla, que está algo más de dos mil metros de altitud. Precisamente este último trayecto está muy recomendado por guías y oficinas de turismo, y es que el recorrido es simplemente espectacular (a tenor de las fotos). Durante aproximadamente 95 Km. se pasa por innumerables túneles y viaductos y nunca a más de 30 Km/h (como reza el cartel de información en la estación de Kalka), ¡¡razón por la que se tardan más de 4 horas y media en llegar!!; pero para nada se hace pesado, al contrario. Faltan fotos para captar toda la naturaleza que literalmente inunda las vías y las diminutas estaciones emplazadas en medio de la nada. En una de las múltiples paradas que realiza el convoy, nos encontramos con un grupo de scouts que estaban asistiendo a un curso de formación. No había caído hasta entonces, pero qué mejor sitio para ser scout y salir al campo que un país tan selvático como este.
La ciudad de Shimla (o Simla) es la capital del estado de Himachal Pradesh, literalmente Región de montañas nevadas, y tiene unos 145.000 habitantes. Hasta la llegada de los británicos no era más que un claro en el bosque. Este lugar comenzó a tomar relevancia cuando, a principios del siglo XIX, un británico construyó allí una casa de veraneo; años más tarde, se convirtió en la capital oficial de verano del Raj. En 1.903 se inauguró la línea de tren que cogimos nosotros (y que yo creo que no ha cambiado lo más mínimo, XD), lo que le aseguró el estatus de complejo vacacional de montaña más importante del país. Se extiende a lo largo de una cresta de 12 Km, y de las cosas que más me impresionaron fueron la limpieza de sus calles y el centro de la ciudad, que es completamente peatonal; hecho éste último impensable en ciudades del sur como Chennai, diseñadas por y para el tráfico rodado. Además, se pueden encontrar edificios pintorescos de la era británica. No faltaron, por supuesto, las compras en los mercados nepalí y tibetano que andaban repartidos por la ciudad. Los precios eran cuanto menos irrisorios, de hecho, había ropa de marca con mejor pinta que la que se puede encontrar en Europa, pero ante ese dinero, la palabra falso rondaba nuestras cabezas. Por supuesto no nos dejamos amedrentar por este detalle y dimos rienda suelta a nuestro consumismo, porque al menos siempre podremos decir que encontramos una ganga falsa muy auténtica en un mercado nepalí en la India, que eso siempre viste mucho, XD.
Como buena ciudad India que se precia, aun siendo del norte, se pueden admirar estampas tan curiosas y entrañables como la de los dos chavales abrazándose. Que a nadie le dé por pensar que son pareja o algo así, entre otras cosas porque en la India (según nuestra guía de viaje) la homosexualidad está penada por la ley (no así las relaciones lésbicas, menuda suerte las chicas, jaja). La imagen captada es sólo una de las muchas muestras de cariño que se profesan los hombres entre sí. No es raro, por ejemplo, ver a dos varones conversando durante largo rato cogiéndose la mano, porque se saludan al encontrarse y mantienen el gesto hasta que terminan de hablar. Al prinicipio es muy chocante, pero ahora hasta yo lo hago con mis compañeros de clase. Lo que me parece más curioso de todo esto, es que a pesar de esa cercanía patente en estos gestos, el contacto entre personas de distinto sexo está muy restringido y públicamente es casi imposible verlo; en mi clase, por ejemplo, nos sentamos los chicos por un lado y las chicas por otro. Hace unos días me dio por sentarme en una de las filas de bancas de las niñas, porque había sitio y porque en esa asignatura en cuestión no me entero bien de las explicaciones, por culpa del depurado acento indinglis de mi profesor. Así que allí que me situé, rompiendo barreras y sentando cátedra, XD. Desde entonces mis compañeros me tienen en mejor consideración (Incredible India!!).
No pudimos dejar la capital del estado sin visitar antes uno de los numerosos templos que alberga. En concreto, el Templo de Jakhoo, dedicado a Hánuman (o Jánumat, el que tiene mandíbula), que es un avatar de Siva con forma de mono. No sé si he contado alguna vez que ya hemos tenido algún que otro encuentro con monos, tanto en el campus como fuera, y que son animales adorables por la tele, pero tremendamente agresivos e inteligentes en vivo, que no dudan en quitarte cualquier cosa que estés comiendo o bebiendo. Eso sí, si la botella es de agua se puede estar tranquilo, ya que prefieren la CocaCola y el Sprite, porque sí, ¡¡las diferencian perfectamente!! En fin, que como es lógico, un templo dedicado a un dios con forma de mono tenía que estar plagado de sus congéneres. El susodicho edificio estaba en lo alto de una montaña cercana a la plaza del pueblo, y el desnivel hacía que tuvieramos que ir completamente echados sobre nuestras rodillas, hasta casi tener que ayudarnos con las manos; muchos de los que nos cruzamos por el camino nos dijeron que los monos no eran peligrosos, siempre y cuando no los miráramos fijatemente a los ojos ni les hiciéramos fotos (¡¡menudos consejos!!). Así que, con todo esto, nuestra visita fue un tanto accidentada, hasta el punto de que por un momento estuvimos a punto de echarnos atrás. Finalmente nos econtramos con un grupo de chavales del lugar que tuvieron a bien acompañarnos (o más bien escoltarnos). No exagero si os digo que en algunos momentos había más de 50 monos pululando a nuestro alrededor, una auténtica locura. Por cierto, el templo era bastante bonito, así que mereció la pena tanto primate suelto, XD.
Tras dos días dejamos Shimla en autobús, con dirección a Manali, donde estuvimos bastante cerca de la cordillera del Himalaya y de lo que hablaré en próximos días.
Un abrazo, Pablo L.